Estoy arrodillado frente a ese extraño árbol, del lugar de dónde provengo no hay nada parecido a eso. Es raquítico y casi negro, con las manchas amarillentas de los líquenes que sobreviven a costa de él. Cuando llegué hasta sus vegas sólo éramos ignorantes y resplandecientes colores, como sus flores blancas y rosáceas. Ahora las nieblas de la muerte han cubierto el paisaje y han mudado su piel y nuestra suerte. Y es ahí dónde has querido quedarte, a los pies de un desconocido. Por este pedazo de tierra decidiste matarte.
–Vámonos a casa Phil, la guerra de España ha terminado para nosotros-
Escriturama 
Pingback: CDS. 12da Entrega. Vámonos a casa | Escriturama
Pues Likati, esta vez me ha gustado más este a mí. Me transmite mucho del amor que se puede sentir por lo foráneo y de los niveles de identificación a los que se puede llegar con lo ajeno. Ha sido muy bonito simbolizar la venida a menos de los personajes a través del cambio del almendro, después de todo, necesitamos siempre una referencia de fuera para medir cómo de bien o mal, nos ha terminado pasando el tiempo.
Tienes un análisis que, a veces, más allá de las sensaciones que llevaron a escribir mis palabras. Estoy muy de acuerdo contigo de esa figura en la que nos proyectamos y se convierte en nuestro reflejo. ¡¡Muchas gracias!!